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miércoles, 31 de mayo de 2017

La siesta beneficia el cerebro





El reporte de una investigación concluyó que la función cognitiva se asocia notablemente con las siestas. Casi el 60 % de los participantes aseguraron que dormían una siesta de entre 30 y 90 minutos después de comer, afirmó hoy un estudio publicado de la revista American Geriatrics Society.
Los autores observaron a unas tres mil personas de más de 65 años en China, a quienes sometieron a varias pruebas sencillas de operaciones matemáticas, dibujos geométricos y preguntas personales.
El reporte concluyó que la función cognitiva se asocia notablemente con las siestas.
Casi el 60 por ciento de los participantes aseguraron que dormían una siesta de entre 30 y 90 minutos después de comer.
Las comparaciones mostraron como personas que dormían una siesta moderada tenían más conocimiento general que las personas que no dormían o realizaban siestas excesivamente largas.
De la muestra, los que durmieron alrededor de una hora después de comer tuvieron mejores resultados, y quienes no lo hicieron puntuaron como si hubieran envejecido cinco años.
Según otra investigación de la Universidad de California, una siesta de una hora es suficiente para que la memoria a corto plazo ‘hiberne’, ayudando así a aprender más cosas tras despertar.
Durmiendo 60 minutos se puede mejorar el nivel de alerta hasta por diez horas seguidas, añadió dicha fuente.
Solo recostarse y cerrar los ojos ya es benéfico, pues disminuye la presión, los nervios y la ansiedad, agregó

Los cigarrillos electrónicos también son dañinos


Villaverde aún anda estas sierras

Vivir en la tierra natal de Cirilo Villaverde, un imprescindible de la literatura cubana de cualquier tiempo, regocija a los pobladores de San Diego de Núñez: la tarja en su memoria es  hace mucho el centro histórico-cultural por excelencia en el asentamiento bahiahondense de 75 kilómetros cuadrados, cuya belleza paisajística bastaría para admirar.
El hijo de Lucas, médico del decimonónico ingenio Santiago, nació allí el 28 de octubre de 1812, y aunque residiera en el sitio solamente 11 de sus 82 años de vida, los recuerdos de su niñez, presididos por la tragedia de los esclavos de las plantaciones de caña, lo llevaron a incorporar a su obra el problema negro y las costumbres del campo cubano en aquella época, especialmente en la novela Cecilia Valdés o La loma del Ángel.
Graduado en La Habana, de Filosofía y Bachiller en Leyes, ganó la inmortalidad entre los novelistas con esa obra, que tardó más de cuarenta años en ver la luz: comenzada en 1839, no apareció hasta 1882.
Su contenido antiesclavista, constituye además un valioso testimonio de la época, escrito con inusual crudeza realista y un fuerte sentimentalismo, pero sus  elementos de truculencia y misterio hicieron de ella una escalofriante y memorable descripción de la vida cubana hacia 1820.
Resulta muy llamativo que, precisamente en 1839, Villaverde emprendió su famoso viaje a Pinar del Río, del cual resultara el libro Excursión a Vueltabajo; retornar a los 27 años al lugar tan amado, despertó sus recuerdos y vivencias, y fue como el resultado directo de la energía creadora que después lo poseyó.
Ese rencuentro con quienes había conocido, con los viejos amigos de su padre, con las cosas, lugares y paisajes ya vistos, leyendas y supersticiones, creó un cúmulo de experiencias que fundamentaron las obras posteriores.
Según no pocos estudiosos, Villaverde dio constantemente testimonio de su vida; raras veces escribió sobre lo que no había visto o escuchado contar a sus amigos y parientes, su imaginación no creó personajes uniendo elementos dispersos, sino que los reconstruyó. Su interés estuvo en trabajar con modelos vivos, en “retratar” lo que veían sus ojos.
De acuerdo con el poeta y ensayista Antón Arrufat, los personajes de Cecilia Valdés, “tienen una historia propia aparte de la que el autor narra. Villaverde cambió sus nombres simplemente; y en muchos casos no los tocó, como en el de la familia Ilincheta, por ejemplo”.
Autor, además, de La Cueva Taganana, El Ave Muerta, El Perjurio, y La Peña Blanca, el también periodista, no se limitó al quehacer intelectual y por su accionar separatista fue detenido en 1848; al año siguiente escapó  a Nueva York, allí fue secretario de Narciso López hasta la muerte de este, y se afirma que junto a él contribuyó a la concepción de la bandera cubana, diseñada por Miguel  Teurbe Tolón.
Villaverde falleció en Estados Unidos, no pudo regresar a su patria; sin embargo, la experiencia de López en 1851 a suelo bahiahondense, cuando ya el escritor era su secretario, revela cuán presente tuvo siempre su tierra natal, y explica el halo de su recuerdo en estas montañas.

El compromiso de seguir, también por Julito

Al valor y la entrega incondicional de Julio Díaz González rindieron tributo estudiantes y trabajadores en representación de todo el pueblo de Artemisa, frente al túmulo que lleva su nombre, ubicado en la Avenida 40, esquina a 33, en la capital de la provincia.
El joven de 28 años perdió la vida en el Combate del Uvero, el 28 de mayo de 1957, durante las acciones que marcarían la mayoría de edad del Ejército Rebelde, a juicio del Che.
Rolando García, historiador del municipio cabecera, recordó momentos trascendentes de la vida de Julito, en tanto Yoelmis Osorio, primer secretario de la UJC en la localidad, manifestó que la Revolución socialista es el resultado del esfuerzo de muchos jóvenes, de ahí el compromiso de los más nuevos de preservar sus conquistas.
“Mi hermano era un muchacho muy jovial, alegre, le gustaba la música y hacía amistades con facilidad”, recuerda Paulino Díaz, hermano del mártir, quien resaltó la extrema discreción que tenían los jóvenes involucrados en los hechos, conocidos tiempo después como los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Participaron en el tributo: Kenia Cisneros, primera secretaria del Partido en Artemisa; Deysi Moreno, jefa del Departamento Ideológico del Comité Provincial del Partido; Yenisei Cruz, miembro del Buró Provincial de la UJC; y Rodolfo Betancourt, jefe del Grupo Empresarial Artemisa.

Tabacaleros artemiseños muestran su consagración


El singular Patio de Chachi

Lo conocía de nombre y por las tres coronas que le otorgó el Grupo Nacional de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar. Entonces, ganó la cuarta, máximo reconocimiento del Grupo… Lo felicité, y en cuanto tuve la oportunidad  visité el Patio de Chachi, singularísimo sitio donde se mezclan sencillez y optimismo sin límites, derroche de imaginación, amor a la pareja y al trabajo.
Ricardo Valetón (Chachi) nació en Santa Cruz de los Pinos, San Cristóbal, el 26 de agosto de 1940. A los ocho años su familia permutó para Mango Jobo. “Éramos ocho hermanos. Ellos cogieron su rumbo, y yo me quedé con mi madre. Ella era muy aficionada a las flores y a los patios limpiecitos; de ahí nace el gusto por la limpieza”.

La medalla de lo hermoso

Ese será un recuerdo para el resto de sus vidas. Desde el día en que la familia comenzó a buscar el short y el pulóver, cuando garantizaron cómo hacerse de sus propias fotos, cuando chequearon los ejercicios que haría el niño, ya gestaban el gran día del Festival Municipal de Composiciones Gimnásticas en Artemisa.

Identifican siete genes asociados al insomnio

Londres, 13 Jun (Notimex).- Contrario a la creencia popular, la predisposición al insomnio tendría un origen genético y no sólo deriv...